jueves, 23 de abril de 2009

Articulo publicado en Oficio y Arte


El término innovación comienza a tocarnos un poco las narices. Máximo en tiempos de crisis: claro como no innovas, mira ahora como te va... Pero, ¿no eran unos grandes innovadores los de los productos financieros tóxicos? ¿Mr. Madoff? ¿y no hay gente que sigue vendiendo las mismas naranjas no innovadas de siempre y sobrevive bien a la crisis?

Está claro que no hay nada peor que ser mas papista que el papa (¡¡y ya es difícil con el Papa actual!!) y hacer de un término la panacea.

Pero es cierto que en ese término y en la actitud que conlleva (la voluntad de innovar) hay algunos aspectos que son positivos. El ser humano ha heredado una capacidad para la curiosidad enorme. Y una voluntad de optimizar sus condiciones de vida, que también es reconocible. Y esas dos condiciones, curiosidad y voluntad optimizadora, nos llevan a la innovación.

Pero no innovación a cualquier precio, no la novedad por la novedad. Proponemos maridar el concepto innovación con la idea de sostenibilidad. Innovar no puede conllevar destruir, ha de incluir la capacidad de sostener el mundo, de cuidar su capacidad para sobrevivirse, para heredarse. Hasta ahora en el ámbito de la creatividad artística y artesana parecía que no había responsabilidad medioambiental dada la pequeñez de nuestra producción (comparada con la industria). Pero ya no podemos sustraernos a esta responsabilidad porque el impacto ya no lo medimos por cantidad sino también por la calidad de vida que conlleva.

Y la innovación también supone un cambio de estado, un nuevo paradigma: supone preguntarse por la raíz de las cosas, de su función, del servicio que cumple, de la autenticidad que implica. Cuando Graham Bell explicó a su ayudante que entre los grandes servicios que daría el teléfono (ese era su invento) estaría el de poder hablar con la gente que vivía en una ciudad a 100 km. de distancia, su ayudante contestó: "¿Y para que quiero hablar con ellos si no los conozco?". Era imposible imaginarse el cambio en el paradigma de la comunicación con los otros, en la ampliación de nuestro círculo de conocidos, en las nuevas maneras de establecer relaciones y amistades. Ni que decir de nuestras actuales TIC's...

Pero la artesanía tiene como valor intrínseco la tradición. Y ello no significa carga, lastre, sino raíz y madurez. La innovación desde la tradición tiene mas garantías de excelencia.

Ahora bien, tampoco podemos magnificar la tradición como bien supremo, hemos de exigirle su carga de responsabilidad. Y la responsabilidad es un valor moral que consensuamos con nuestro tiempo y nuestra ética. ¿Es responsable la tradición taurina? ¿Es responsable los múltiples usos sociales de carácter discriminatorio? La tradición, mal que les pese a los tradicionalistas, es dialéctica, evolutiva. Incluso, como sabemos "la innovación de ayer, es la tradición de hoy".

La artesanía (el sector artesano con todos sus actores) va construyendo un pensamiento complejo que da respuestas a nuestro mundo. Desde esta voluntad y convencimiento, el Consejo Científico de IBERIONA propone avanzar debatiendo y enriqueciéndose a través del lema para el 2009: INNOVACIÓN SOSTENIBLE / TRADICIÓN RESPONSABLE.

Volveremos a vernos en Barcelona, el 23 y 24 de octubre, alrededor de nuestras mesas redondas, de nuestros grupos de trabajo, de nuestras recomendaciones. Y será la última vez en la capital catalana: el Consejo Científico se propone hacerla itinerante (una vieja idea) para hacer realidad la geografía de su nombre: en 2011 esperamos vernos en Lisboa. Y en 2013 ya veremos...¿quien se anima?.

Jesús-Angel Prieto, A FAD
Consejo Científico IBERIONA